jueves, 17 de enero de 2008

Tópicos: El existencialismo como teoría de la consciencia social y la pragmática en el lenguaje.

Construyendo mitos, que permitan aprehender la realidad desde la pluralidad en la que se conforma.



-Existencialismo

El existencialismo fue visto en algún punto como una teoría de la desesperación. Entre los reproches que han recibido sus máximas, se encuentran los de los comunistas de post-guerra, quienes acusaban a la corriente de
“Invitar a la gente a permanecer en un quietismo de desesperación, porque si todas las soluciones están cerradas, habría que considerar que la acción en este mundo es totalmente imposible y desembocar finalmente en una filosofía contemplativa, lo que además, dado que la contemplación es un lujo, nos conduce a una filosofía burguesa.”[1]
De este modo Sartre recuerda no solo las acusaciones de esta facción ideológica si no que rememora también aquellas esbozadas por el catolicismo a ultranza
“Del lado cristiano, se nos reprocha que negamos la realidad y la seriedad de las empresas humanas, puesto que si suprimimos los mandamientos de Dios y los valores inscritos en la eternidad, no queda más que la estricta gratuidad, pudiendo cada uno hacer lo que quiere y siendo incapaz, desde su punto de vista, de condenar los puntos de vista y los actos de los demás.”[2]
El existencialismo parte sin embargo de la negación de la naturaleza humana, como negación de la presencia divina en tanto creadora de una esencia humana que anteceda a la existencia.
De esta manera el concepto de subjetividad según Sartre extiende lo individual a lo social como acción voluntaria y responsable, así el hombre es dueño de su destino y responsable de sus actos que implican a la humanidad entera.
Así se comprende que la cosificación del sujeto es el motivo de su pasión. Saber quién es el mundo.
Una vez que el sujeto se descubre como existente a partir de la racionalización y del simbolismo, entonces es él, quien interviene en su destino.




-Sobre el lenguaje como medio de expresión

El sonido, palabra o lenguaje a veces no puede materializar lo que sentimos.
Este tema es tratado por muchos intelectuales como por ejemplo Corinne Enaudeau que advierte “el peligro (…) en que la representación quiera pasar por la presencia, el signo por la cosa misma.”[3]
Desde una visión evolucionista quizá en algún momento el lenguaje ha servido para nombrar las cosas básicas y sus funciones… “fuego para cazar”
Pero las relaciones humanas aumentan y la cultura se complejiza.
En este sentido… ¿Cómo podemos materializar la idea, el concepto, en extremo ideal de amor?
Este es el problema básico del Platonismo o de cualquier teórico realista, en palabras de Enaudeau: “El discurso palabra o escritura, es inconmensurable con lo que quiere aprehender”[4]
Más allá del medio o soporte o utilizado. Puedo hablar, escribir, pintar, componer…pero no puedo dar cuenta del amor hacia ese otro en forma material.
Una vez más Enaudeau retoma la problemática universal del Eîdos: “¿Qué es el coraje, qué es lo bello? La enumeración de todos los corajes, de todas las bellezas, en su variedad y su diversidad no bastará como respuesta. Hay que encontrar el género que subordina a las especies, la esencia de lo bello, lo bello en sí”[5]
La orfandad de la palabra, la palabra huérfana e inconmensurable del sentimiento, del álgido abismo que plantea el lenguaje, como estructurante, de los dominios del inconsciente-consciente. El idealismo a ultranza o subjetivismo individualista plantea un claro determinismo entre la idea, gestada en el inconsciente, que se lanza al mundo externo en tanto expresión, entera y completa. Así la realidad queda imbricada, atrapada en las gramáticas provenientes del imaginario individual, que es siempre y todas las veces del hombre-sujeto. Para el objetivismo abstracto sin embargo, el mundo, se encuentra dado, el mundo es una ofrenda dispuesta a ser descubierta, clasificada taxonómicamente hasta el hartazgo. De este modo ambas corrientes quitan el carácter social al sistema de signos, por un lado individual para los objetivistas en tanto reducen lo social a la lengua, así el habla se concibe como el uso del sistema identitario y universal de signos y formas que es la lengua; por el otro el subjetivismo, que si bien reconoce el carácter social del lenguaje, lo remite al estatuto individual y personal del inconsciente, acto creativo, que domina el interior del ser en forma completa pero no compartida.
Y es que ambas teorías no tienen en cuenta, las relaciones sociales que, desde la estructura misma, complejizan el signo y lo remiten a distintos campos semánticos, el signo se encuentra con el hombre, y convive con él a cada paso, conformando red de redes de sentidos que circulan en las categorías más disímiles.
Entonces Eco plantea diferencias entre el concepto de ballena, quizá habiendo escuchado alguna vez que Lévi Strauss sugería traducir cuadros simples por cuadros complejos para comprender el mito y así inauguraba el estructuralismo, y cuando Richard Rorty esboza la idea conocimiento a partir de hipótesis compartidas entre emisor y receptor, en él hay marcas de Nietzsche, que nos decía que la verdad es un ejército móvil de metáforas.
Entonces después de ciertos recorridos sentimos acaso una comunión espiritual con aquellos que entienden, que comparten el sentido material que le damos a esos pequeños divisibles que hacen al todo.
Amo a ese otro que entiende en mayor grado lo que yo entiendo de amor, ese otro que desde el silencio alude con mayor exactitud a esas sutiles indeterminaciones, inconexas pero dispuestas a la vez de ser, de iconizar, indicar, simbolizar…entonces el signo, abandona su desnudez, para colmar todas las esferas de lo social, a medida que ocupa territorios sincretiza sus límites, y así un gesto casi de una manera inesperada, resume la absoluta e inefable idea de amor.




Laura Anabel López
17/01/08



[1] Sartre, Jean-Paul, El existencialismo es un humanismo, Sur, Buenos Aires, 1973.
[2] Sartre, Jean-Paul, El existencialismo es un humanismo, Sur, Buenos Aires, 1973.
[3] Corinne Enaudeau, La paradoja de la representación, Paidos, Buenos Aires, 1999.
[4] Corinne Enaudeau, La paradoja de la representación, Paidos, Buenos Aires, 1999.
[5] Corinne Enaudeau, La paradoja de la representación, Paidos, Buenos Aires, 1999.

6 comentarios:

  1. Me encantó. Y me encantó lo que anduve pispeando del blog. Cometí el facilismo de agregarte a los favoritos de mi Explorer.
    Nos estamos leyendo.

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  2. He aprendido bastante...

    Un abrazo...

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  3. siempre vi en el humanismo de sartre y camus mucho de sus propias personalidades, no tanto de sus posiciones filosóficas.

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  4. Soy aprendizaje? espanol un poco

    Su diario ayuda

    Gracias por su comentarios

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  5. Dicen que sin las palabras hasta es posible lograr una comunicación sublime; llámenlo emociones, sentimientos, intercambio de energía...
    Por supuesto que es relativo y funcional a quiénes son los interlocutores.

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